“Los pueblos indígenas, son la primera reserva moral y política del país”. En medio de una de las guerras civiles más avanzadas y encubiertas del planeta tierra, los pueblos indígenas en resistencia se alzan como el mayor obstáculo ante el avance del narcotráfico, las corporaciones transnacionales y de los malos gobiernos. El ejercicio de su autonomía se convierte entonces no en una ofensa, sino más bien en una defensa del territorio y de las identidades que en él se arraigan. Este hecho se remonta siglos atrás a la llegada de los españoles, pero la realidad se revive día a día en los pueblos y territorios mexicanos.
La Cátedra Tata Juan Chávez se presenta como una oportunidad para rearticular a los pueblos indígenas en el Congreso Nacional Indígena (CNI). Han sido 137 los pueblos que han participado en el evento a través de 233 delegados. Los objetivos de este nuevo encuentro, según los convocantes, son realizar un homenaje a Don Juan Chávez Alonso y denunciar la guerra de exterminio contra los pueblos y sus formas de resistencia. El congreso, anunciado hace unos meses por el movimiento zapatista abre un abanico de oportunidades y expectativas para los pueblos en resistencia, para los participantes invitados pero también para todas las personas simpatizantes que se han acercado a aprender de las experiencias de otros compañeros. En el programa, además de las ponencias abiertas al público en general se han realizado también dos reuniones a puerta cerrada en la que han participado representante indígenas de todos los pueblos participantes. En ellas se han discutido las formas de reconstruir la representación indígena en el país y el cómo refundar y reorganizar el CNI. Sin embargo los participantes no han dado a conocer las conclusiones de estas reuniones.
Más de mil personas venidas de todos los mundos
Son más de mil, de hecho, los asistentes al evento celebrado en CIDECI, y son centenares los lugares de donde provienen y las expectativas que tienen acerca del evento. Algunos de ellos llegaron hasta San Cristobal de las Casas para poder participar también de la Escuelita Zapatista celebrada durante la última semana. Otros tantos que no pudieron asistir a la Escuelita, aprovecharon el viaje para disfrutar de las fiestas de los Caracoles durante los días 8, 9 y 10 de agosto.
Marcos, por ejemplo, viene de Buenos Aires y fue invitado a la escuelita zapatista. Pertenece al Movimiento popular la dignidad. Para él lo importante de este evento es que se genere unión entre los diferentes pueblos en resistencia. Lo que más le ha llamado la atención ha sido la capacidad de los pueblos de ejercer su autonomía y de hacer que sea la propia comunidad la que decida. Fidel Eabaja con el colectivo Urnesto, es otro asistente a la cátedra. Es un joven estudiante de diseño que radica en México DF. Allí trabaja con el colectivo Unión de Promotores de la Cultura de Izquierda. Fue invitado a la escuelita pero por razones de tiempo y dinero no pudo asistir. Cree que es necesario conectar todas las luchas y piensa que el CNI ayudará a enlazar y hacer conjunción de todas la fuerzas en resistencia. Su objetivo al venir al evento es aprender para transmitir. Aprender de los pueblos su capacidad de trabajar en colectividad y cooperando, al contrario de lo que sucede en las ciudades como DF. Según él las comunidades indígenas luchan por defender sus recursos y territorios mientras que en las ciudades se dan otro tipo de luchas, como por ejemplo la de la vivienda. Al respecto, Raúl piensa que “en las ciudades no tenemos ni territorio ni identidad” y que por ello resulta difícil entender la guerra de despojo que viven las comunidades indígenas. Considera que es muy importante rearticular el CNI porque es una pieza clave para muchas luchas y en general para combatir el capitalismo. Según él los pueblos indígenas son anticapitalistas por naturaleza porque frente a lo individual trabajan en colectividad, conciben el territorio como una extensión de su propia identidad y además lo defienden.
Un largo camino sin final a la vista
El Congreso Nacional Indígena (CNI) surge en 1996 en el marco del Foro Nacional Indígena para ser un espacio de encuentro así como un frente amplio de los pueblos indígenas. Tras el levantamiento zapatista de 1994 y el inicio de diálogo con el gobierno estatal para negociar los Acuerdos de San Andrés. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional hizo un llamado a todos los pueblos indígenas del territorio mexicano con el fin de iniciar un diálogo a nivel nacional. A lo largo de su vida el CNI ha tenido momentos muy particulares de relevancia política, como sucedió en la Caravana del Color de la Tierra, en el año 2001. Fue en este proceso cuando se celebró un Congreso Nacional Indígena en Nurío, Michoacán, y tanto la sociedad civil como los pueblos indígenas convergieron para continuar juntos con la caravana. El CNI se define más bien como un espacio con una estructura no orgánica. Algunas personas dicen de él: “Somos asamblea cuando estamos juntos y red cuando estamos separados”. De hecho, durante los últimos años su presencia en la esfera política ha sido escasa aunque sí ha tenido un peso importante en el desarrollo de las luchas de cada uno de los pueblos. La última reunión en 2006 se celebró en Vicam (Sonora) y supuso un gran impulso para el desarrollo de La Otra Campaña. Después del éxito de esta nueva reunión, se habrá de ver qué papel cumple dentro de las luchas de cada uno de los pueblos en resistencia. Lo que quedó claro es que un denso tejido de comunidades rebeldes recorre toda la geografía mexicana. Comunidades dispuestas a resistir ante todo ataque político y neoliberal que se esté gestando sobre sus territorios e identidades. Como dice un buen compañero la voluntad de los pueblos indígenas no es tomar el poder, sino constituirse como poder capaz de ejercer su autonomía. Y cierro con la cita de otro compañero: “Cuando los pobres retomen sus tierras dejarán de ser pobres”.
@antoniacanuta
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